Manifiesto

Ser mujer, madre y artista, ha provocado en mí una reflexión sobre el rol femenino. Un femenino que se expresa en el entregar cuidado a otros, en proteger y sanar: actos de amor que recibí de mis ancestros mujeres, que quedaron marcados como una impronta en mi ser y que expreso en series de grabados como Arrullo, en la que plasmo mis sentimientos de madre con tal honestidad hasta tocar el horror; o en series como Esto no tiene Invima, donde traigo a la vida a mi abuela, quien guardaba plantas dentro de frascos en un cuarto oscuro y que de niña me hacía pensar que ella era una bruja.

Hoy entiendo que el que ama, cura y que todo acto de amor es un acto de fe, como cuando mi tía nos decía: «Las plantas se toman su tiempo, pero curan».

He encontrado en la gráfica y, especialmente en el grabado, el medio técnico y de expresión idóneo para realizar mi trabajo artístico. Más que líneas, cada incisión es una herida, una marca que no es solo mía, es la memoria y la huella de las mujeres que me antecedieron y que hicieron que yo sea lo que soy hoy. Como grabadora, me interesa trascender la matriz para proponer objetos impron - tables, cargados de memorias propias que detonen la memoria de quien los observa y motiven un proceso de identificación. Busco que se unan sus memorias con las mías y generemos una memoria cultural compartida.